La estimulación cognitiva es una terapia no farmacológica en la que se utilizan técnicas y estrategias que, en términos generales podemos afirmar, ayudan a mantener el cerebro activo.
La estimulación cognitiva no siempre ha sido una terapia comprobada bajo evidencia científica desde sus inicios. Una de las causas radicaba en que, los diferentes estudios que se hacían, en la mayoría de los casos no se terminaban bien por falta de tiempo o los participantes se retiraban del estudio.
¿Y cuando pasó a ser tener evidencia científica? Cuando apareció la teoría de la neuroplasticidad. Gracias a ella, se pudieron hacer estudios donde se pudo comprobar su validez y su eficacia.
De hecho a día de hoy se puede afirmar que la estimulación cognitiva se basa en la capacidad plástica que tiene nuestro cerebro para crear nuevas conexiones cuando se produce algún tipo de alteración neuronal.
Así que cada vez que entrenamos nuestras funciones cognitivas estamos creando nuevas conexiones entre neuronas, incrementando de este modo la reserva cognitiva, la cual nos ayuda, por decirlo de esta manera, a retrasar la aparición del deterioro cognitivo.
¿Qué son las funciones cognitivas?
Las funciones cognitivas son aquellos procesos o mecanismos cognitivos que nos permiten interactuar con nuestro entorno día a día.
Entre ellas tenemos:
- Memoria
- Atención
- Praxias
- Gnosias
- Cálculo y Razonamiento
- Funciones ejecutivas
¿A quién va dirigida la estimulación cognitiva?
Esta terapia se dirige a todas aquellas personas que quieran entrenar sus capacidades cognitivas. No hace falta ser una persona mayor o con deterioro cognitivo para empezar.
La estimulación de las funciones cognitivas tiene unos objetivos específicos, los cuales, dependiendo de la persona que decide realizarla serán unos u otros. Es decir, personas que empiezan a usar esta terapia como medida preventiva, tienen como objetivo principal el de mantener, mejorar y potenciar todas las funciones cognitivas.
En el caso de que haya presente un deterioro cognitivo, el objetivo terapéutico irá encaminado a ralentizar o retrasar el avance de dicho deterioro. La finalidad última es la de poder garantizar una mejora en la calidad de vida tanto de la persona que lo tiene como de su familia, acompañante o cuidador/a principal.
¿Tiene sentido la estimulación cognitiva en personas con deterioro cognitivo, tipo Enfermedad de Alzheimer o cualquier tipo de demencia?
La respuesta en un rotundo SÍ. Como se ha mencionado antes, una de las bases de la estimulación cognitiva es la capacidad que tiene nuestro cerebro para buscar el equilibrio que ha sido alterado por lesiones cerebrales.
No obstante es importante saber en qué grado de avance está el deterioro, ya que en función de esto, sabremos sobre que funciones cognitivas se debe trabajar.
También hay que mencionar que la estimulación cognitiva tiene sobre todo mayor impacto en las primeras fases de la demencia. Ya en la etapa final o muy avanzada de la misma, funcionan mejor otros tipos de tratamientos, como por ejemplo la terapia sensorial.
Desde la estimulación cognitiva se trabaja en las funciones cognitivas que están preservadas o conservadas a diferencia de la rehabilitación cognitiva que buscar reestablecer o restaurar las funciones que han sido dañadas o alteradas.
Desde I+D se trabaja para intentar detectar cuanto antes el deterioro. El hacerlo, ayudará a retrasar el avance puesto que se pondrán los medios necesarios para trabajar sobre las funciones intactas.
Conclusión
La estimulación cognitiva es una terapias no farmacológicas que se recomiendan emplear, incluso antes de aparecer las primeras señales de deterioro cognitivo. Dependiendo de la población a la que se dirija se trabajará para conseguir unos objetivos u otros. Por eso, cuánto más precozmente empecemos a utilizar estas técnicas y estrategias de entrenamiento cerebral, más posibilidades de retrasar una posible aparición del deterioro tendremos, puesto que estaremos generando reserva cognitiva que nos protegerá frente a dicha alteración o daño cognitivo.
No obstante es importante recordar que existen diferentes factores de riesgo, o causas que producen su aparición. Sobre algunos factores podremos actuar y sobre otros, no.